Me gustaría poder saber que en el año 2115 alguien no leerá documentos de 2015 sorprendiéndose de que nada ha cambiado con respecto a Cataluña.
El próximo 27 de septiembre se han convocado antes de tiempo las elecciones al Parlamento de Catalunya, se ha hecho para decidir lo que no nos han dejado hacer mediante un referéndum. Pues el 27 de septiembre se decide si se quiere estar en la República de Catalunya independiente o en el Reino de España, y para ello hay solamente dos listas que inequívocamente persigan este objetivo.
Esto ocurre cien años después de la creación de la Mancomunidad de Cataluña. Hoy hace cien años que Prat de la Riba dejó escrito “el sistema centralista toma a ayuntamientos, diputaciones y corporaciones como menores de edad, que deben ser tuteladas desde Madrid los cuales deben pedir sumisamente el correspondiente beneplácitos. Y cada día aumentan sus pretensiones, cada día aumentan sus injerencias, sus limitaciones, y la libre actividad de los ciudadanos y corporaciones”. Cien años, y esta descripción, podría ser aplicada perfectamente en el día de hoy sin tocar una coma. Cien años, y no hay nada nuevo bajo el sol.
¿Es de extrañar que, un siglo después de esfuerzos inútiles Cataluña quiera probar suerte por su cuenta? Lo que extraña, lo que realmente extraña es que sea solamente Cataluña quien proteste contra esta situación de modelo de estado, cuando es toda España la perjudicada, cuando las decisiones no se toman en función del bien común, sino de los intereses del poder de un centro administrativo. Pero yo no soy quien para meterme en las decisiones de otras comunidades o naciones. Solo diré que a mí personalmente, me gustaría poder saber que en el año 2115 alguien no leerá documentos de 2015 sorprendiéndose de que nada ha cambiado con respecto a Cataluña.
Si queremos un verdadero cambio, no un cambio cosmético, o incluso regresivo, que es lo que prometen los futuros gobiernos de PSOE/Podemos ó PP/Ciutadans, tenemos una oportunidad inmejorable, y es, partiendo de cero, crear un nuevo Estado, libre de inercias pasadas, de sistemas anquilosados, herencia de un sistema borbónico centralista, de intereses creados y de un modo de pensar en el que todo se decide de forma jerárquica desde un centro político. Podemos construir una República donde la justicia social, la democracia participativa, la innovación y la actividad productiva vayan de la mano. Nada de esto está garantizado en el nuevo estado, pero solo será posible empezando de cero desde ese nuevo estado.
Mario Ezquerra és investigador Miguel Servet a l’Institut d’Investigacions Biomèdiques August Pi i Sunyer (Barcelona), dins del grup Neurodegenerative diseases: Clinical and Experimental Research.