Resposta a la Sociedad Española de Malacología

Como otros ámbitos de la vida ciudadana en Cataluña, la investigación goza de muy buena salud, y las estadísticas nos indican que, ya se trate de universidades situadas en lugares destacados de los ránkings internacionales, de proyectos de investigación internacionales o nacionales, de publicaciones científicas, de ayudas a investigadores de mérito, Cataluña va por delante en el estado y es una de las cinco primeras regiones de Europa en competitividad científica.

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Joandomènec Ros

(Darrera de les preguntes i respostes d’una entrevista apareguda en el nº de desembre de 2017 del Noticiario de la Sociedad Española de Malacología)

P.: Por último, no puedo dejar de preguntarte sobre los últimos acontecimientos políticos vividos en Cataluña, por la repercusión que pueden tener en la sociedad catalana y en el ámbito académico y científico. ¿Qué opinión tienes de ellos?

R.: Estos últimos años, y más aún los últimos meses, se ha vivido en Cataluña una situación a la vez complicada y esperanzadora, que no creo que se haya conocido directamente ni se haya comprendido en el resto de España. Cada cual la ha vivido a su manera, pero tal como yo la veo, como profesor universitario, miembro (y en los últimos años presidente) del Institut d’Estudis Catalans, un centro de investigación y academia muy arraigado no solo en Cataluña sino en las demás regiones en las que se habla el catalán, y como ciudadano, podría resumirse como sigue.

Un recorte inmerecido (en 2010) de las competencias que contenía el Estatut de 2006; un continuo desprecio por parte de los gobiernos del estado, y no solo del PP, de las aspiraciones de mayor autonomía por parte de los ciudadanos de Cataluña; un recorte sin paliativos de las leyes que el Parlament y el Govern catalán aprobaban porque tenían competencias para ello, con la complicidad del Tribunal Constitucional; unas demostraciones multitudinarias y pacíficas, durante más de cinco años, en ocasión de la Diada nacional de Cataluña, de entre 1 y 2 millones de personas cada vez, pidiendo el derecho a decidir, un referéndum (necesario para saber con cuánta gente se contaba para estas peticiones al estado) y al final la independencia, como única salida ante un estado sordo a cualquier petición. Y finalmente un amago de consulta (el 2014) cuyo resultado sorprendió al estado, unas elecciones autonómicas plebiscitarias en 2015, que dieron mayoría (exigua, pero mayoría) en el Parlament a los grupos pro independencia, y un referéndum en condiciones muy difíciles por el comportamiento absolutamente desmesurado de los cuerpos policiales españoles el 1 de octubre de 2017, que dieron también un claro resultado a favor de la independencia.

Los catalanes no estábamos abducidos por Mas, primero, ni por Puigdemont después. Estábamos (estamos) hartos de un estado que nos desprecia, nos humilla, nos recorta libertades y acude a la ley (que él se salta cuando le conviene) para hacer el trabajo sucio. Finalmente, ante el mundo, se ha visto que la democracia en España es muy tierna, por decirlo suavemente, que el ejecutivo, el TC, el fiscal, etc. se inventan delitos (sedición, rebelión, etc.) que no se cometieron, y que se aplica un artículo de la Constitución de manera que supera con mucho lo que el Gobierno y los tribunales pueden hacer. Todo esto sazonado con unos medios de comunicación cómplices que son la vergüenza de la profesión, y que, junto con el Gobierno, han ofrecido a la ciudadanía española una imagen muy sesgada de lo que ocurre en Cataluña. A día de hoy, la situación (que puede cambiar) es de medio Govern encarcelado y la otra mitad semiexilado, y los dirigentes de las asociaciones cívicas que promovieron las manifestaciones pacíficas que dije también encarcelados. Parece que, como en la guerra y en el amor, todo vale para salvaguardar la unidad de España. ¿Qué unidad? Se ha dicho que el Estado aplica a unas aspiraciones propias del siglo XXI las políticas del siglo XIX y las leyes del siglo XX. Las elecciones autonómicas del 21 de diciembre quizá permitan conocer qué es lo que quiere el pueblo de Cataluña, si los partidos concurrentes explicitan claramente lo que promueven con respecto a la independencia, y espero que esta vez se tome buena cuenta de ello.

Quisiera añadir que, como otros ámbitos de la vida ciudadana en Cataluña, la investigación goza de muy buena salud, y las estadísticas nos indican que, ya se trate de universidades situadas en lugares destacados de los ránkings internacionales, de proyectos de investigación internacionales o nacionales, de publicaciones científicas, de ayudas a investigadores de mérito, Cataluña va por delante en el estado y es una de las cinco primeras regiones de Europa en competitividad científica. La situación actual incide de manera diversa en el mundo científico catalán; por un lado, se cree que la tendencia a la excelencia puede seguir; por otro, se teme que el acceso a las fuentes de financiación europeas en un estado independiente pueda reducirse durante un tiempo (a las españolas es evidente). La comunidad científica es una de las más activas a la hora de creer en la independencia y en pedirla.

Joandomènec Ros i Aragonès és Catedràtic emèrit d’Ecologia de la Universitat de Barcelona. Especialista en biologia i ecologia d’organismes i comunitats bentòniques marins, aspectes sobre els quals ha publicat una dotzena de llibres, així com articles en diverses revistes científiques. El seu camp de treball també s’ha centrat en la conservació de la natura i l’ecologia general. Actualment és President de l’Institut d’Estudis Catalans i ha estat Rector de la Universitat Catalana d’Estiu.